Una de las herramientas más poderosas que existen para tener una visión clara sobre las finanzas de cualquier empresa es el balance general. Pero, ¿cómo puedes interpretar estos números y términos contables? Y lo más importante, ¿cómo puedes utilizar esta información para tomar decisiones más inteligentes y llevar un control de gastos más eficiente?
En este artículo, vamos a dar una revisión detallada sobre todo lo que necesitas saber sobre el balance general y algunas soluciones empresariales que pueden ayudarte a gestionar de forma más sencilla todos los movimientos financieros.
Asimismo, explicaremos qué es, por qué es importante, una forma fácil de llevarlo a cabo y un ejemplo para ilustrar todo el conocimiento. ¡Conoce todo lo relacionado con el balance!
El balance general, también conocido como estado de situación financiera, es uno de los principales informes dentro de una empresa cuya finalidad es evaluar la capacidad económica de una organización.
Esto es posible gracias a que presenta de forma detallada los activos, pasivos y el patrimonio neto de momentos específicos del ciclo económico de un negocio.
Debemos comprender que el balance general es un modo de navegación dentro de la salud financiera de un negocio, ya que muestra con seguridad cómo se utilizan los recursos con los que cuenta la empresa y con ello se puede desarrollar estrategias para encaminar los esfuerzos futuros.
Además, esta herramienta nos permite conocer si una compañía cuenta con los recursos suficientes para cubrir con las deudas, si se está invirtiendo demasiado en ciertos activos o incluso, si estás logrando los objetivos de crecimiento establecidos y marcar los estándares necesarios para una buena gestión de gastos.
Se trata de un pilar clave en la información que necesitas tener a la mano para tomar decisiones financieras con seguridad y con la certeza de estar haciendo lo mejor para aumentar el éxito empresarial.
Existen diferentes maneras en que puede presentarse el balance general, dependiendo de las necesidades específicas de cada negocio o de los usuarios, pero se puede dividir en cuatro grandes grupos.
En este tipo de balance se encuentran los activos, pasivos y patrimonio neto de la empresa en dos o más periodos, lo que permite a los usuarios comparar y analizar las tendencias dentro del esquema financiero a lo largo del tiempo.
Lo que te permite comparar año contra año los resultados y así crear estrategias más acertadas sobre las finanzas del negocio.
Un segundo modelo es el consolidado, que se utiliza cuando un negocio tiene varias filiales o empresas controladas. Aquí se combinan los activos, pasivos y el patrimonio neto de la organización matriz y todas sus filiales en un solo informe.
Gracias a esto podemos tener una visión global de la posición financiera de toda la organización.
En tercer lugar, se encuentra el balance general estimativo que se basa, como su nombre lo indica, en las proyecciones en lugar de datos históricos, por lo que es útil para planificar y prever la posición financiera de una empresa.
Por ejemplo, puedes usar el balance estimativo para ver cómo estarían las finanzas de un negocio si decides expandirte hacia un nuevo mercado o lanzar un producto diferente.
Finalmente, el balance general proforma tiene el objetivo de estimar las proyecciones financieras a corto plazo, a fin de tomar las mejores decisiones estratégicas. A diferencia del estimativo este prevé escenarios más inmediatos lo que te ayuda reaccionar rápidamente ante futuras eventualidades.
También te permite entender cómo ciertas acciones pueden afectar el esquema financiero de una organización y con ello, mejorar el rumbo del negocio.
Cada uno de estos tipos de balances generales tiene su propio propósito y puede ser útil en diferentes situaciones. Al entenderlos, puedes elegir el que mejor se adapte a tus necesidades y utilizarlo para tomar decisiones financieras informadas para tu empresa.
Otro de los datos importantes para conocer son los elementos que conforman el balance general, ya que cada uno de estos tiene diferentes categorías que reflejan la naturaleza y el tiempo de las transacciones de la empresa.
Los activos son todos los recursos que posee una empresa; estos pueden ser tangibles, como edificios, maquinaria y vehículos, o intangibles, como patentes y marcas comerciales.
Estos se dividen en tres categorías principales:
Son los bienes que una empresa necesita para su funcionamiento y que no se espera que se conviertan en efectivo a corto plazo. Se trata de activos esenciales para las operaciones diarias de la empresa y a menudo representan una inversión significativa.
En esta categoría están los que se esperan que se conviertan en efectivo en el corto plazo, lo que incluye elementos como el efectivo en caja, las cuentas por cobrar y el inventario.
Son pagos que la empresa ha realizado por adelantado por bienes o servicios que aún no ha recibido. Un ejemplo común de un activo diferido es el pago por adelantado de una póliza de seguro. Los activos diferidos se convierten en gastos a medida que se utilizan los bienes o servicios.
Los pasivos son las obligaciones financieras de una empresa, es decir, lo que la empresa debe a otros. Al igual que ocurre con los activos, tienen 3 categorías que ayudan a comprender de mejor manera este elemento del balance general.
Son las deudas que la empresa debe pagar en el corto plazo, generalmente dentro de un año, en donde se incluyen cuentas por pagar, salarios y préstamos a corto plazo.
Son pagos que se deben cubrir en un plazo mayor a un año. Aquí se contemplan préstamos a largo plazo y obligaciones de arrendamiento.
Son ingresos que la empresa ha recibido por adelantado por bienes o servicios que aún no ha entregado. Un ejemplo es el dinero recibido por adelantado por una suscripción de un año.
El patrimonio neto, también conocido como capital contable, es la diferencia entre los activos y los pasivos de una empresa, o en otras palabras, es lo que representa la inversión de los propietarios en la empresa.
El patrimonio neto puede incluir el capital aportado por los propietarios, las ganancias retenidas que se han reinvertido en el negocio y cualquier ganancia o pérdida acumulada.
Finalmente, podemos entender que el balance general es la representación de estos tres grandes elementos, que ofrecen una visión única y valiosa de los movimientos de dinero que están ocurriendo dentro de la organización.
Crear un balance general es un proceso que requiere tiempo y atención al detalle, pero es necesario comprenderlo para mejorar en el ámbito económico de cualquier negocio. La mejor forma es seguir este proceso.
Los activos reúnen todo lo que tu empresa posee, por lo que debes incluir cada elemento que esté relacionado con el efectivo, cuentas por cobrar, inventario, equipos, bienes inmuebles, inversiones, y cualquier otro recurso que pueda generar ingresos para tu empresa.
Debes clasificarlos por los tipos mencionados previamente, como fijos y circulantes, para finalmente sumar el valor de todos tus activos y obtener el total.
Lleva a cabo el mismo proceso e identifica todas las deudas u obligaciones financieras del negocio, incluyendo salarios por pagar, préstamos a corto y largo plazo, y cualquier otra cantidad que tu empresa deba.
Clasifica los pasivos y suma el valor de todos ellos para obtener la suma total.
Esencialmente, representa la riqueza neta de tu empresa, ya que es la diferencia entre los activos y los pasivos; para ello, organiza la información en un formato de balance general.
En la parte superior del documento, enlista todos tus activos. Debajo de eso, enlista todos tus pasivos, y al final del documento, muestra tu patrimonio neto. Asegúrate de que el total de activos sea igual al total de pasivos más el patrimonio neto. Esto es lo que se conoce como la ecuación contable fundamental.
Vamos a ilustrar mejor la forma de elaborar un balance general. Para ello, imagina que tienes a cargo una empresa, que debe realizar el balance correspondiente al año fiscal.
En la parte de activos tiene la siguiente información.
Total de activos: $215,000
Total de pasivos: $70,000
Como puedes ver, el total de activos ($215,000) es igual al total de pasivos y patrimonio neto ($70,000 + $145,000 = $215,000). Esto es lo que se conoce como la ecuación contable fundamental.
El balance general es una herramienta esencial para cualquier empresa, ya que este ejercicio no solo te proporciona una imagen clara de la salud financiera de tu negocio, sino que también te permite tomar decisiones informadas y planificar el futuro.
Sin embargo, recuerda que el balance general es solo una parte de la gestión financiera y para tener un control total de los recursos de tu negocio, debes considerar herramientas y estrategias, como el uso de las tarjetas corporativas, como Empresarial Edenred.
Estas tarjetas te ayudan a reducir costos, controlar gastos y ahorrar tiempo en los procesos administrativos. Todo, mientras optimizas el flujo de efectivo y reduces las probabilidades de mal uso de los recursos.
Además, al utilizar este método de pago, los gastos pueden ser deducibles, lo que te permite ahorrar significativamente en la carga tributaria de tu empresa.
Con Edenred es posible maximizar las opciones de gestión de recursos y llevar un control más efectivo de cada uno de los movimientos, y brinda la posibilidad de tener mayor claridad incluso al momento de elaborar un balance general en tu compañía.
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